
Así lo publicó en un informe el Centro de Estudios del Trabajo y Desarrollo (Cetyd) de la Universidad de San Martín (Unsam), que analiza en base a reportes oficiales el escenario laboral desde múltiples dimensiones.
En sus reportes, la distribución de «nuevos desocupados» indica una cifra preocupante para quienes adquieren además, la condición de ser mujer. Es que tres de cada cuatro personas que quedaron desocupadas entre 2016 y 2018 son mujeres.

«La mayoría de las mujeres que se incorporaron al mercado de trabajo accedió a empleos precarios o, directamente, se sumó a la población desocupada: 320 mil mujeres obtuvieron un empleo no registrado o no asalariado (en su mayoría, por cuenta propia) y más de 50.000 quedaron desocupadas»

«Al mismo tiempo, y como era previsible, el empleo precario entre las mujeres creció mientras el empleo registrado se contraía: hoy hay 30 mil asalariadas menos que hace dos años»
Desde 2016 a esta parte, como todos sabemos, la crisis ha navajado y perforado el bolsillo de muchos. Miles de trabajadores perdieron sus puestos, fueron echados, jubilados, indemnizados. Sin embargo, una de las peores condiciones que podes tener es ser mujer en este grave contexto económico político y social.

A esto se le suma el deterioro de la situación laboral que atraviesa nuestro país con las mujeres ocupando la mayoría de los empleos precarios que se han creado durante la gestión del gobierno actual.

Tal como lo demuestra este estudio, el peso de la crisis ha caído por completo ante las mujeres, quienes debieron salir masivamente a buscar trabajo y, cuando lo hicieron, el mercado les cerró las puertas. O peor aún, como detallan las concluciones del Cetyd: «les abrió una puerta trasera para que ocupen un lugar subordinado en él».
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