El trabajo infantil y la necesidad de re-pensarnos como sociedad

Según un informe de la Defensoría del Pueblo, el trabajo infantil en la Ciudad de Córdoba se ha incrementado con respecto a años anteriores

La problemática del trabajo infantil, durante el año 2018, se ha profundizado de manera significativa. Así lo demuestran los datos presentados en el informe: “Niños, Niñas y Adolescentes en la calle 2018”, investigación llevada a cabo por el Instituto de Género y Promoción de la Igualdad de la Defensoría del Pueblo de la Provincia de Córdoba.

A lo largo del tiempo, se ha naturalizado el precario trabajo callejero que agobia cada vez mas a la sociedad. No conformes con esto, como sociedad, hemos naturalizado también el trabajo infantil en las calles. En ese sentido, el informe busca visibilizar la magnitud numérica y las características de los niños, niñas y adolescentes que permanecen en la calle, así como conocer e identificar el modo en que estas situaciones constituyen vulneraciones a sus derechos.

En el contexto urbano de la Ciudad de Córdoba, especialmente el microcentro con sus plazas, terminales, restaurantes, bares; es muy común que nos encontremos con niños y niñas ofreciendo estampillas, pañuelitos o pidiendo una que otra moneda que nos haya sobrado. Ya pasó a ser parte de la vorágine cotidiana de la ciudad. Sin embargo, que sea común, no significa que sea saludable para ellos. En ese sentido, el Informe da cuenta de seis nudos críticos sobre la problemática:

1- CANTIDAD: durante el estudio, se relevaron 94 niños/as y adolescentes, en su mayoría varones y con un promedio de edad de 10 años.

«En comparación al último informe del año 2016, la presencia creció un 18%; es decir, en el 2018 fueron registrados 17 niños, niñas y adolescentes más»

Partir de esta información, nos lleva a repensar las causas del aumento de los niños en la calle, ¿será por la situación del país? ¿serán las necesidades o la costumbre? ¿será la exclusión social y la ignorancia del Estado?  Son preguntas que para responderlas nosotros mismos, deberíamos abrir los ojos, re-preguntar, re-leer, estar en contacto con los protagonistas, reflexionar profundamente y sacar nuestras propias conclusiones.

2- JORNADA LABORAL: se lleva adelante principalmente en el microcentro de la ciudad, como parte de una estrategia familiar de sobrevivencia, existen por un lado quienes acompañan a los adultos y por otro quienes cumplen un rol activo realizando la labor propiamente dicha.

«Esta población permanece entre 6 y 10 horas diarias en la vía pública, expuestos a diversas condiciones de vulnerabilidad»

 

En este sentido, podríamos citar la creencia social generalizada, acerca de que el trabajo en la temprana edad no da tiempo de escolarizarse. Este estudio nos muestra que ese es un prejuicio que hay que eliminar, dado que más de la mitad de la población que trabaja en la calle asiste a la escuela. Sin embargo, si nos enfocamos en los adolescentes, aquellos que abandonaron la escuela por la necesidad de salir a trabajar, tal vez podamos reflejar allí el contexto socioeconómico en el que se insertan.  

«Se puede sostener que mientras más edad tiene el niño, niña o adolescente, mayor deserción escolar se presenta, deduciendo que el nivel medio es el nivel con menor accesibilidad para esta población»

3- ACTIVIDAD: La principal actividad que desempeñan es la venta ambulante de diversos productos, alimentos, golosinas. En menor medida limpian vidrios, abren puertas, cuidan autos o cartonean.

«Sostienen obtener como ingreso promedio $200 diarios, sin embargo, algunos afirman juntar hasta $600 y otros no llegar a los $100»

Si relacionamos la actividad que llevan a cabo junto con la amplia diversidad de ingresos, podemos pensar que, como cualquier trabajo que conlleva la autogestión, los logros y las actividades varían a causa de su contexto económico y los factores externos como las lluvias, el aumento de los productos que venden, entre otros. El trabajo que llevan a cabo los niños, niñas y adolescentes en la calle, no debería posicionarse por debajo de cualquier otro trabajo autogestivo. El riesgo del trabajo infantil va más allá de la labor que cumplen, va por el lado de los derechos que se ven constantemente vulnerados. 

4- ALIMENTACIÓN: Como todos sabemos, la alimentación durante la temprana edad es un gran determinante en el crecimiento de una persona.

«El 80% de esta población accede entre tres y cuatro alimentos diarios y lo hace muchas veces, a través de la compra. Expresan que la comida es poco elaborada y que otras veces conjugan la compra con otras estrategias, como ser la colaboración de los transeúntes»

En este apartado, si que debemos reflexionar y re-pensarnos. Una buena nutrición es fundamental para combatir las enfermedades que pueden dejar huellas a los niños de por vida o afectarles en su futuro tanto a nivel salud como social. Siempre nos encontramos en las calles de la ciudad con aquellos pequeños trabajadores que, además de realizar su tarea, nos piden un sanguchito, las sobras de lo que comimos o un alfajor. Esos pedidos te están queriendo decir «tengo hambre»  y por esa razón, deberían ser mucho más consentidos por la sociedad que el trabajo mismo.

5- SALUD: otra dimensión importante es la salud, ya que están expuestos a riesgos y factores que pueden deteriorarla: condiciones climáticas, mala alimentación, falta de descanso, espacios inadecuados para la higiene, entre otros.

«La mayoría sostiene recurrir a instituciones de salud pública cuando se encuentran enfermos además de realizar controles y tener las vacunas obligatorias completas. Asisten principalmente a hospitales públicos y centros de salud estatales cercanos a su residencia»

Si bien el estudio revela que en comparación con los adultos que están en situación de calle, los problemas de salud no son una característica propia de esta población gracias a la edad, el acompañamiento familiar y el acceso a cobertura médica básica; aproximadamente el 15,2% se encuentra en condición de «indocumentación». Esto es agravante ya que el DNI es condición para el ejercicio de los derechos como la salud, la educación, la asignación universal por hijo, entre otros.

6- TIEMPO LIBRE: las anteriores características conllevan a los niños, niñas y adolescentes, a no contar con el tiempo suficiente para habitar y disfrutar espacios de descansos, recreación y juego, derechos fundamentales para el pleno desarrollo de la infancia.

«Los testimonios dan cuenta que ‘Juntarse con amigos’, ‘Jugar al fútbol’, ‘Ver televisión’, ‘Ir al cyber’, son intereses y deseos que aparecen como instancias de esparcimiento. En contraste con los espacios de lectura, los cuales están ausentes en esta población»

Su tiempo libre entonces está condicionado por la necesidad de tener que salir a trabajar y en muchos casos, además de trabajar, estudiar. Si nos retrotraemos a nuestra infancia, ¿cuánto tiempo libre teníamos? ¿qué hacíamos para saciarlo? ¿jugábamos? ¿corríamos? ¿gastábamos energía? ¿socializábamos?, esas respuestas nos podrían ayudar a reflexionar sobre la complejidad que expresa que un niño trabaje desde tan pequeño en las calles.

Partiendo de estas dimensiones que se articulan y combinan entre sí, podemos resumir que hay una cantidad de niños, niñas y adolescentes que trabajan a diario en el microcentro de la ciudad, realizando principalmente ventas ambulantes y teniendo un ingreso muy variado, quienes en su mayoría asisten a la escuela, pero su alimentación, salud y recreación, se ven obstaculizadas.

Resulta interesante remarcar que las últimas tres dimensiones, son derechos de la Convención de Derechos del Niño, incorporados en la Constitución Nacional en 1994. En ese sentido, la Convención establece que «hablamos de trabajo y explotación cuando a un niño se le adscribe precozmente en tareas que dificultan su educación y su desarrollo psíquico, físico y social».

Poner atención a este grupo social se vuelve un imperativo para la política pública, que urgente y necesariamente debe articular diferentes actores estatales para responder a esta vulneración de derechos fundamentales de la niñez y la adolescencia.

A su vez, este informe debería servir para que nosotros, como sociedad, destruyamos los prejuicios, desnaturalicemos la situación del trabajo infantil en las calles, y generemos un poco de empatía ante esta problemática compleja y multidimensional.