14 de junio de 1982: el final de Malvinas

La historia de los últimos días de una guerra que se prolongó por casi tres meses y dejó una huella imborrable en la sociedad argentina.

Así como cada 2 de abril conmemoramos y nos tomamos un tiempo para recordar la Guerra de Malvinas, que impactó de lleno en la sociedad Argentina y dejó una marca imborrable en la historia; el 14 de junio, día de la rendición ante las fuerzas británicas, también debería ser un día memorable.

La guerra duró 74 días y dejó más de 1.200 soldados argentinos fallecidos, que lucharon con coraje y honor por la recuperación de las islas. Desde su comienzo, el auge del sentimiento nacionalista argentino que prevalecía en las sociedades frente a un gobierno de facto, no permitía ver la ardua desventaja ante las tropas británicas.

En los últimos días de guerra, las flotas británicas recrudecieron los bombardeos ante los soldados argentinos, que combatieron hasta el minuto final. Nuestro país continuó firme y, tras casi tres meses de conflicto, finalmente el 14 de junio Argentina se dio por vencida.

En uno de los tantos comunicados oficiales, expresaron: «El Estado Mayor Conjunto comunica que las tropas inglesas han continuado su avance, pese a la enconada y heroica resistencia de las fuerzas argentinas, librándose, actualmente, combates violentos en las proximidades de Puerto Argentino.»

Un día como hoy pero de 1982, a las 21.00 horas en Puerto Argentino, el gobernador militar de las islas Malvinas, Mario Menéndez, se rindió ante el General Jeremy Moore.

Comandante de las Fuerzas inglesas, general Jeremy Moore.

«El Estado Mayor Conjunto comunica que en el día de ayer, 14 de junio de 1982, se produjo la reunión entre el comandante de las Fuerzas inglesas, general Jeremy Moore, y el comandante de la guarnición militar Malvinas, general de brigada Mario Benjamín Menéndez. En dicha reunión se labró un acta en la cual se establecen las condiciones del cese de fuego y retiro de tropas.»

Mucho se habló de aquel documento de rendición, que contradecía el código del Ejército Argentino que declaraba «ilegal una rendición a no ser que más del 50% de los hombres fueran bajas y que se haya gastado el 75% de las municiones».

Fue así que, luego de una negociación del general Menéndez, la frase «rendición incondicional» fue reemplazada en el documento por el término «rendición». A los argentinos se les concedió: retener su bandera, las unidades quedaban bajo control de sus oficiales, una ceremonia de rendición privada y la “devolución” de los 11.313 prisioneros de guerra.

General de brigada Mario Benjamín Menéndez.

Tras retirarse de la guerra, Argentina quedó devastada: siete años de dictadura regidas por cinco juntas militares, una gran presión internacional, demanda popular de las familias de los fallecidos en Malvinas, desaparecidos políticos y desgaste generalizado. Sumado a esto, con la rendición del 14 de junio vino la crítica feroz a los militares.

El escenario desolador tuvo, sin embargo, una pizca de beneficio: el 10 de diciembre de 1983, Raúl Alfonsín asumió como presidente constitucional de la Argentina y la población se agolpó en Plaza de Mayo para festejar el regreso de la democracia y demandar justicia.

Fue recién en esos años que los combatientes en Malvinas comenzaron a ganar el reconocimiento de los argentinos. Debiendo ser recordados junto a todas las víctimas de una década violenta y extraviada, en la que no hubo nadie que no compartiera la responsabilidad, al menos en una pequeña medida.