Más allá del prócer: Belgrano no solo creó la bandera

Periodista, abogado, político, militar, diplomático y economista, podríamos decir que fue uno de los más multifacéticos próceres de nuestra historia. Sin embargo cuando la historia se escribe, se resaltan algunas cosas y se dejan a la sombra otras.

Un 20 de junio de 1820 fallecía en el sillón de su casa Don Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano. Tenía 50 años y padecía una insuficiencia cardíaca. Los motivos que la causaron aún se discuten, pero la hipótesis más firme es hidropesía (acumulación de líquidos, edema), tal vez como consecuencia de sífilis.

Su pobreza era tal, que ofreció un reloj de oro como pago a quien fuera su médico de cabecera desde hacía cinco años, el doctor Joseph Readhead. Su lápida fue improvisada a partir del mármol de una cómoda, propiedad de su hermano Miguel.

Sólo un diario de la época se ocupó de la noticia de su muerte: “El Despertador Teofilantrópico”, redactado por el fraile franciscano Francisco de Paula Castañeda. Sucedió que ese mismo día, conocido posteriormente como “El día de los tres gobernadores”, Argentina transitaba un momento político de caos y anarquía total. Así fue como nos dejó. Pero ¿Qué nos dejó el creador de nuestra bandera?

Según Viviana Postay, Magíster en Investigación Educativa, Profesora y Licenciada en Historia y docente titular de la cátedra de Política de la Educación Argentina en el Instituto de Formación Docente del IESS (Instituto de Enseñanza Secundaria y Superior), la creación de la bandera pasa a ser un hecho casi anecdótico frente al extenso legado de Belgrano para el país. Postay es actualmente directora del Colegio Secundario IESS, y le gusta hablar de Belgrano como «educador». Periodista, abogado, político, militar, diplomático y economista, podríamos decir que fue uno de los más multifacéticos próceres de nuestra historia. Sin embargo cuando la historia se escribe, se resaltan algunas cosas y se dejan a la sombra otras.

Uno de sus aportes más importantes tiene que ver con la educación. Belgrano no podía pensar un país independiente, sin pensar en una educación para todos. Su “Reglamento para las escuelas del norte” significa una bisagra entre el tradicionalismo pedagógico originario de la época de la colonia y la educación moderna.

“Acá estamos viendo a Belgrano mucho más allá de la anécdota de la bandera, como un intelectual de peso. Pero no sólo como un pensador sino como alguien que llevó adelante la fundación de escuelas desde esta mirada”, son las palabras de la profesora Postay.

Este reglamento fue redactado en el contexto en que Belgrano donara un premio de 40 mil pesos (equivalentes a unos cinco millones actuales) para la construcción de cuatro escuelas en la región norte el país, específicamente en las ciudades de Tarija, Jujuy, Tucumán y Santiago del Estero. La Asamblea del año 13 decide otorgarle el dinero como premio a su triunfo en las Batallas de Salta y Tucumán, pero las escuelas nunca se construyen, y del dinero se apropia el Estado.

Los puntos más destacables de este Reglamento son:  el establecimiento de horarios (seis horas diarias de escuela, dividida en tres por la mañana y tres por la tarde), el ingreso de profesores por concurso, la responsabilidad de los Ayuntamientos (hoy Municipios) en materia educativa, la especificación de los contenidos básicos a enseñar (el currículo) y  el acceso libre a la educación, que incluía a niños de los estratos más vulnerables de la sociedad, otorgándoles becas, entre otras cosas. Cuestiones impensadas en principios del siglo XIX.

“Belgrano, que pasa más a la historia por su participación en la Primera Junta y por la creación de la bandera, tiene todo este contenido, de estar pensando una educación que, en contexto de época, tenía elementos inclusivos. Con un pensamiento totalmente progresista, le era imposible pensar la independencia sin pensar  la educación”, remarca Viviana.

Hijo del italiano Domingo Belgrano Peri (Pérez) y de María Josefa González Casero, tenía un futuro económico asegurado, ya que su padre había logrado convertirse en un poderoso comerciante, y su familia era una de las más acomodadas de Buenos Aires. Pero la adversidad alcanzó a su familia cuando su padre fue acusado de estafa y conspiración contra la Aduana de Buenos Aires. Además de ir preso, se le confiscaron todos sus bienes, dejando a su esposa y a sus 11 hijos en la miseria.

La nueva situación económica impidió que Belgrano terminara su doctorado en la Universidad de Salamanca; aunque se licenció en abogacía en la Universidad de Valladolid. Y una tercera universidad por la que transitó fue la de Oviedo, de baja categoría, motivo por el que poco se la menciona. Al igual que el proceso judicial de su padre. Como si eso cambiara en algo lo que fue y lo que hizo por nuestro país.

Sin duda el más íntegro de los personajes de nuestra historia, ya no digamos prócer. Estamos en una época en la que sería bueno  desdibujar mitos y aprender  más realidades; saber que esas personas que construyeron el país, fueron personas reales, con sentimientos, temores, sueños, utopías. No fueron héroes, pero sí…les debemos mucho.

Manuel Belgrano trabajó por un proyecto que jamás vería. Sentó las bases para un país moderno y libre. En su “Reglamento Para los Pueblos de las Misiones” escribió principios que serían el puntapié para la posterior Constitución Nacional, redactada cuatro décadas después.

Con muchos problemas de salud, quizás derivados de su mal curada sífilis, cargó en sus hombros a un pueblo entero para llevar adelante el Éxodo Jujeño. Algo casi sin antecedentes, que consistió en una estrategia para vencer al ejército que avanzaba hacia el Valle Jujeño tras largos días de transitar la meseta de la Puna. Fusiló a cincuenta hombres por traición a la Patria, y convenció a mujeres, ancianos y niños a quemar lo poco que tenían para que cuando llegaran las tropas, encontraran más desierto y desolación. Muertos de sed y hambre, y sin poder abastecerse, las tropas enemigas tuvieron muchas bajas. Mientras el ejército del Norte, al mando del General,  y todo un pueblo entero caminaron 250 kilómetros por cinco días. Una chaya acompañó el éxodo.

Tenía una obsesión por la igualdad entre hombres y mujeres. Aseguraba que las mujeres debían ser educadas, no sólo como alumnas, sino como educadoras. Fue el primero en escribir sobre ecología, prohibiendo explícitamente la tala de árboles por los peligros de inundación. Creó escuelas especializadas con el fin de capacitar a partir de la educación , para el mundo del trabajo. Influenciado por los fisiócratas ingleses y por Adam Smith, estaba seguro de que la riqueza de un país estaba en el trabajo, en la materia prima y en su valor agregado. Aseguraba que un país cuya economía se basaba en la producción de materia prima, pero no era capaz de transformarla, industrializarla, estaba destinado a la pobreza. Así creó las Escuelas de Náutica, las de Minería y de Matemática (Ingenierías).

A pesar de esto, en las escuelas se sigue rescatando al Belgrano militar. Y ante esta pregunta la profesora Postay respondió:

“Hay toda una impronta muy fuerte de vanagloriar lo militar, y considerar que es lo militar lo que construyó nuestra Nación. Esto es algo que en su momento denunció Alberdi, cuando se estaba constituyendo el relato alrededor de San Martín; Alberdi advirtió que esto va a implicar que toda la labor de intelectuales y políticos, y toda una labor cultural, sea vista como de menor cuantía, y las labores militares sean más elogiadas”.

Soltero. Tuvo dos grandes amores; y con cada una de ellas tuvo un hijo. Con María Josefa Ezcurra, hermana de Encarnación Ezcurra (que sería luego la esposa de Juan Manuel de Rosas) tuvo a su primer hijo, Pedro Rosas y Belgrano. María Josefa era casada y de alta alcurnia, pero acompañó a Belgrano en sus viajes al norte al encontrarse su marido fuera del país. Su abolengo no le permitía hacerse cargo de un hijo natural, por lo que se lo dio en adopción al matrimonio Rosas. A la edad de 24 años, el joven supo sobre sus orígenes. Su segunda hija fue con María Dolores Helguero, también casada pero abandonado por su esposo. Manuela Mónica Belgrano, tendría luego una excelente relación con su hermano Pedro.

Así sin más, como una persona de carne y hueso. Como lo que fue. Un hombre que jamás puso sus intereses por delante de los intereses de todo un pueblo. Un utópico práctico, que no sólo soñaba con un proyecto de país, sino que dejó por escrito los caminos para lograrlo. Si bien lo homenajeamos cada 20 de junio, aniversario de su muerte, por haber creado nuestro estandarte, poco conocemos de la abnegada vida de este personaje histórico que dedicó más de la mitad de su vida a concretar la libertad de nuestro país.

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