En los primeros días del mes de septiembre, un grupo de estudiantes de sexto año del IPET N°58 General Mosconi, llevaron una innovadora creación a la feria de ciencias zonal. De los más de 130 proyectos que se presentaron de diferentes instituciones educativas, quedaron seleccionados entre los 30 mejores para pasar a la próxima etapa que será a nivel provincial.
Se trata del «Sexto C» del IPET, un curso de 16 jóvenes que, en la materia de especialidad automotores dictada por el profe Cristian Miranda, crearon un vehículo automatizado. En diálogo con Hablando Claro, Miranda comentó: «la idea principal surge de la domótica, la automatización de la vivienda, es decir, manejar a través del celular un dispositivo eléctrico como prender las luces o el aire acondicionado».

El proyecto no es nuevo, sino que viene creciendo desde hace dos años, cuando por iniciativa de uno de los estudiantes, se decidió llevar a cabo la automatización de un vehículo. En ese momento, tras pasar las etapas zonales y provinciales, llegaron a la nacional mostrando su invento en Tecnópolis. Así, en 2017, «representamos a Córdoba y a las escuelas técnicas con nuestro proyecto», relató Miranda.
Por su parte, el año pasado se le incorporaron algunas cosas al proyecto inicial y «llegamos sólo a la instancia zonal». Pero este año remontaron vuelo y vienen desarrollándose exitosamente en lo que va de la experiencia: es que, el 4 y 5 de septiembre en el Ipet N° 247 Ing. Cassafousth, demostraron su talento e innovación y lograron pasar a la próxima etapa, a disputarse el 1, 2 y 3 de octubre.
«Este año incorporamos un montón de dispositivos más, como por ejemplo arrancar el motor y ponerlo en contacto a través de la huella digital, se le incorporó un sensor de alcohol, que permite o no la puesta en marcha del vehículo si los parámetros de alcohol de la persona están dentro de los límites legales, un sensor que cuando suena la alarma llega una llamada al propietario del auto avisándole que suena. Y además, el manejo desde el celular para bajar y subir vidrios, encender el motor, poner en contacto el auto, encender las luces, toda la automatización», contó el profe.
Para uno de los integrantes del curso, «a la innovación del sensor de alcohol la hicimos a base de la Organización Mundial de la Salud y a la base de la cantidad de accidentes que hay al año- un millón doscientas mil víctimas- por culpa del alcohol». Por eso, admite que se hizo «más con la idea de concientizar, no tanto de generar seguridad, porque es un sistema falible».
El entusiasmo de los chicos y la colaboración de los fondos de la Cooperativa del Ipet, permitió que el profesor, junto con dos estudiantes del grupo que fueron seleccionados, se hagan presentes en esta primera etapa de las jornadas que organiza el Ministerio de Ciencia y Tecnología. Así, «el presupuesto que manejamos para armar esto son no más de 3 mil a 5 mil pesos», relató el profesor.
Y continuó: «En realidad lo que se hace se arma un dispositivo electrónico que se lo adapta al auto. Entonces lo que se compra son los dispositivos electrónicos. Además, utilizamos la plataforma Arduino, que es un microcontrolador con software y hardware libres, es decir que tiene mucha información de Internet y se puede descargar».

Hermes Bertola y Luciano Ludueña fueron seleccionados por sus compañeros de curso para asistir a la jornada. Si bien ambos admiten que nunca habían estado representando al colegio fuera de la institución, confirman que el acompañamiento de sus compañeros se sintió. Los nervios eran muchos, es que el proyecto que venían preparando desde inicios de año llegaba a la parte evaluativa.
Para Hermes, que «más o menos» tenía una noción de lo que iba a vivir, «cuando llegamos allá no fue muy distinto, pero costó responder las preguntas que a veces no sabes a los evaluadores, que eran tres profesionales de la especialidad automotores».
«Lo más lindo fue saber que íbamos a pasar. Yo ya me la venia esperando porque me recorrí todos los proyectos y el nuestro era llamativo, era el único que hacía mucho ruido: hacíamos sonar la alarma y producíamos un ruido bastante grande», siguió el estudiante en diálogo con Hablando Claro.
En esa misma línea, Luciano contó que «lo que más me sorprendió fue la cantidad de niños que se acercaban, la curiosidad que les generaba nuestro proyecto. Era muy llamativo». Además, se mostró motivado con el aprendizaje: «está bueno saber la lógica, el funcionamiento y la programación ya que es parte del futuro».
Para ambos, la parte más emocionante de la experiencia fue el último día, cuando comenzaron a dar los resultados y oyeron sus nombres: «fue tan satisfactorio que nos abrazamos con el grupo y la felicitación de los profes fue lo mas hermoso que se puede sentir». Ahora, resta que sigan ampliando el proyecto, «agregándole cosas, armando los componentes individuales y sumarlos al automóvil» y seguir en carrera.